Orientación laboral inexistente o cómo estar más perdido que el carro de Manolo Escobar (parte II)

Como prometí, toca abordar ahora la etapa posgrado.


Qué bieeeeeen, ¡te has graduado! Ya eres una persona formada. Has adquirido todos los conocimientos que te han enseñado en la universidad, ya sabes presentar un trabajo escrito decente, sabes hacer presentaciones orales, sabes trabajar por los que no hacen nada en equipo, chapurreas el inglés y eres un profesor/filólogo/biólogo/periodista/X seguro de ti mismo y de tus capacidades y convencido de lanzarte a buscar trabajo en algo relacionado con tus estudios.

Ke grasioso eres, mis dieses

Bienvenido a la realidad. Otra cosa arraigada en las mentes de medio mundo es la de la "pasión" o "vocación". Seriously, ¿más de un 10 % de los graduados sabe cuál es la suya? Resulta que nadie tenía ni puñetera idea cuando acabó bachiller y seguimos sin tener ni puñetera idea al acabar la carrera. Desgraciadamente, el tiempo no se detiene a esperar a que lo descubramos y no queremos perder ni un segundo, así que te agobias y tienes ANSIA VIVA por decidir YA qué narices vas a hacer con tu vida. ¡Es el momento decisivo; la puerta que abras ahora marcará tu camino PARA SIEMPRE! 

Sin presiones.

Hmmm veamos... Se nos puede plantear la opción de intentar meter nuestra cabecita de recién graduados en el mercado laboral. Entonces aparecerá un diablillo que dirá:

Eeeeeeeh, ¿dónde vas? Pero si solo tienes un insignificante grado. Ahora con eso no se va a ningún sitio. Eso es solo la formación básica, tienes que especializarte con un máster.

Y tú podrás responderle: 

Es cierto. Ahora nadie me querría, todo el mundo tiene un grado. Voy a ver qué másteres hay por ahí, total, estudiar un año más... Luego tendré un bonito máster en el currículum y ahí ya sí que se me rifarán. Seguramente podré entrar de director de empresa o de coordinador de proyectos.

Ese es el cuento de la lechera de toda la vida, pero ahora se llama... el cuento de los churros (si no lo entiendes, lee la entrada anterior). Sí, porque hay una cosa que se me olvidó contaros en el último post: tras la secuencia inquebrantable de primaria, ESO, bachiller y universidad, viene el máster. Con un máster, consigues ampliar conocimientos, prepararte de verdad para el puesto que te mereces y diferenciarte de los demás...

...o igual no.

Retomo también el símil del boli del post anterior. Eres un boli con todos los elementos, pero igual tu tinta no funciona. El máster te va a añadir una etiqueta brillante, una tapa más resistente y un envoltorio de goma ergonómica antideslizante para una mayor comodidad. Buah, con todo eso vas a ser un Maxi Boli 3000 Multi Power Action. Pero ¿al final has comprobado si tu tinta funciona, o no?

En fin, vamos a suponer que al final decides hacer un máster igualmente. ¿Es por alguna de estas razones?

a) Te da miedo ponerte a buscar trabajo. No sabes ni por dónde empezar.
b) Estudiando en casa de los papis se está de lujo.
c) Pero qué pereeeeeeeeza pensar qué quieres hacer con tu vida. Mejor alargo esto un año más.

No hace falta que te diga que, si la respuesta es sí, estás perdiendo tu tiempo y el dinero de, probablemente, tus padres (tampoco hace falta decir que si el dichoso máster es obligatorio para que puedas trabajar, o de verdad lo quieres hacer porque lo sabes y punto y estás seguro y deja de tocarme las narices yendo contra los másteres porque estoy decidido, pues adelante). Probablemente sea mejor plantearse otras cosas antes de decidirse a pagar 2000, 4000 o 6000 euros por algo que no sabes si te va a servir.

Voy a poner un ejemplo de joven español en esta situación de carro de Manolo Escobar: yo misma. Acabo de terminar el grado y he vivido esa sensación de abismo durante los últimos meses de universidad. Afortunadamente conseguí una plaza de auxiliar de conversación, lo que me ha permitido alargar este estado de ameba cómoda e irresponsable durante un año más tener un año bastante libre y sin preocupaciones económicas para pensar bien lo que quiero hacer. Por mi cabeza han pasado los másteres, el trabajo, las becas, el extranjero, la FP... De . Un día estaba convencida de una cosa y, al día siguiente, de lo todo lo contrario.

Pero ha pasado una cosa que me ha dado una pista. He trabajado como semiprofe y he descubierto que no me disgusta tanto como pensaba, pero también he descubierto que no quiero dedicarme a esto como ocupación principal, al menos. Es decir: he probado una cosa y he descubierto si es lo mío o no. ¿Cuál es la moraleja que sacamos de esto?

Que hay que seguir el método de ensayo y error hasta que se convierta en ensayo y acierto.

Fácil, sencillo y para toda la familia de jóvenes Escobares. Esto es algo que ya había intuido, que la clave está en no pararse, pero cada vez estoy más convencida de ello. La virgen de la vocación no se nos va a aparecer en la ducha, tenemos que buscarla haciendo todo lo que podamos, incluso lo que creemos que no nos va a gustar. En otro post os hablaré de mi experiencia como auxiliar de conversación, una aventura que comencé con bastante poca ilusión y que me ha aportado muchas cosas positivas al final.

Señores (Aznar style), se aprende actuando, probando, intentando, fallando, investigando... Si la carrera al final ha resultado no gustarnos o no servirnos para trabajar, ¿qué más da? Nos habrá aportado muchas cosas buenas (espero) y además nos habrá ayudado a decidir qué no queremos hacer, lo cual también es importante. Y es posible que nunca lleguemos a encontrar esa supuesta pasión oculta que tenemos por algo, pero ¿y lo emocionante que es la búsqueda?

A mí sí que se me ha aparecido la virgen en un sentido. Me he dado cuenta de que tenemos la oportunidad de elegir y cambiar toda la vida, de que esto no va de encontrar un sitio cómodo y plantar el huevo ahí hasta el fin de nuestros días. Lo importante es no parar y no pensar que la vida se reduce a tener un "buen" trabajo. Mi nuevo objetivo se ha convertido en estar a gusto, aprender y avanzar siempre.

Haga lo que haga.

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