Furor o los debates electorales

Vivo en Francia. No tengo canales de televisión (ni franceses ni españoles) y mi única fuente de información sobre la política española es Twitter, complementado de vez en cuando por algún que otro artículo de periódico en línea. Abro Twitter cada mañana como los típicos señores de las películas americanas que abren el periódico del día mientras se toman el café.


Soy consciente de que esta entrada, que habla sobre los debates, llega tarde. La empecé a escribir la semana pasada, antes de las elecciones, pero la vida no me da para más y no he podido publicarla antes. Desde el fin de semana pasado han pasado muchas cosas importantes en la política española (dimisión de Rivera, subida de Vox, pacto de PSOE-Podemos...) que hacen que los debates sean algo prácticamente obsoleto, de esa vida anterior a las últimas elecciones (¿no os parece que hayan pasado meses?), pero la reflexión de fondo sigue estando vigente.

No he visto ninguno de los dos debates, es decir, ni el del día 4 de TVE ni el del día 7 en La Sexta. Me he servido de Twitter para enterarme de lo más destacable y lo más sonado; a saber, en el primer debate, la retahíla de objetos de aquí y de allá que coleccionan algunos, la tranquilidad con la que hablaban otros, las desafortunadas meteduras de pata en pronunciación y todos los memes derivados de todo esto; y, en el segundo, la variedad de temas que se trataron, la opinión generalizada de que el debate fue más rico, la impresión de que se atacó más a Vox, o lo ridícula que es Monasterio, entre otras cosas.




Pero lo que no puede pasar desapercibido de ninguna manera porque no puede ser más chocante es que haya un debate solo con hombres y otro solo con mujeres, cuando la temática de los debates no es esa (si los debates se llamaran "Debate electoral de hombres" y "Debate electoral de mujeres", aunque fuera quizá absurdo, aún podría justificarse. "El Furor de los políticos", podríamos llamarlos). No, los debates eran entre los candidatos a la presidencia, el primero, y entre "representantes importantes y mediáticos del partido", podríamos decir, el segundo. La verdad es que no sé si ser mujer era una especie de requisito puesto por la cadena para participar en este debate o ha sido "coincidencia", pero tampoco cambiaría mucho la reflexión que quiero hacer.

El comentario de Ana Blanco referente a la falta de igualdad en la estampa del primer debate despertó tanto alabanzas como críticas. Entre las críticas se podían leer cosas del tipo "la has cagado metiendo el feminismo con calzador en este caso, no tiene nada que ver"; "perdona, estos señores están ahí porque ganaron las elecciones internas de su partido, a las que también se presentaron mujeres y perdieron"; "Irene Montero no es candidata porque ella no quiso presentarse"; "si ellos son los más válidos no vamos a echarlos porque sean hombres", y un largo etcétera. La gente parece no entender que el problema principal no es que solo haya hombres candidatos. El problema es por qué.

Vuelvo a uno de los argumentos que más me he encontrado en Internet como respuesta a las quejas sobre que todos los candidatos a presidente sean hombres: "los líderes de partido se deciden mediante elecciones internas, y ha habido mujeres que han competido por el puesto, pero perdieron, todo ha sido democrático, ¡no es machismo!". Es verdad, hubo mujeres candidatas a liderar sus respectivos partidos, como Soraya Sáenz, Carme Chacón o Susana Díaz. Solo se me ocurren esas tres. Tres son muy pocas. Y las tres perdieron, además, como todo el mundo se empeña en recordar. ¿Es esto señal de que todo ha sido un proceso democrático o, al contrario, señal de que algo raro hay?



Para empezar, históricamente la política ha sido cosa de hombres, así que las mujeres han tenido muchas menos oportunidades. Esto hace normal el hecho de que aún no haya muchas políticas, pero también lo convierte en fruto del machismo. El argumento de que también hubo candidatas a liderar los partidos y perdieron, como si hubiera sido todo fifty-fifty, superigualitario, justo y feminista de la vida, no es válido si tenemos en cuenta el contexto social. Antes no había candidatas y, ahora, hay pocas y además no llegan a la cumbre. Así que sí: la estampa de los cinco hombres candidatos no deja de ser un reflejo del machismo que históricamente ha habido en la política y en la vida en general.

Sin embargo, es cierto que cada vez hay más mujeres en puestos importantes de la política, y yo no puedo sino alegrarme. Es positivo que los partidos españoles últimamente no duden en poner a mujeres como ministras, portavoces y "manos derechas". Pero de momento no pasan de ahí (¿nos sorprenderá Arrimadas?) y a veces hasta me da por pensar que es más una estrategia, algo que se hace por moda o presión social: "pongamos a mujeres en puestos de poder y visibles para demostrar que somos modernos y feministas". A la hora de la verdad, pocas candidatas ha habido al liderazgo de su partido. Y solo una a la presidencia del gobierno, Rosa Díez, que nunca tuvo posibilidades reales.

Como dice el dicho, detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. De momento siguen ahí, detrás, pero espero que no tarden mucho en dejar de ser la sombra y tomar la delantera.

Comentarios

  1. Rosa Diez ha sido candidata del gobierno por UPyD

    ResponderEliminar
  2. Épico y significativo que cueste recordar a Rosa Díez. Al igual que las candidatas derrotadas. Muy buen artículo Alejandra.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

No olvides ser respetuoso conmigo y con los demás usuarios :)

Entradas populares