Mi road trip en Yucatán (VII): Izamal y Río Lagartos
Séptima entrega de la serie "Mi road trip de dos semanas en Yucatán".
Como os anuncié en la anterior entrada, al salir de Uxmal, emprendimos el camino hacia el norte para volver a la costa, no sin antes pasar por el encantador pueblo de Izamal.
Como siempre, llegamos por la noche y nos instalamos en nuestra habitación. Este hotel fue de los más originales: se componía de muchas casitas bajas dispersas en un terreno ajardinado con piscina. Después de cotillear la zona, fuimos a buscar restaurante (cerraban antes que en otros sitios, al ser un pueblo más pequeño y algo menos turístico que los de la costa de Cancún) y encontramos uno en el parque Itzamná.
Al día siguiente vimos mejor algo que habíamos intuido al llegar: todos los edificios de Izamal están pintados de blanco y amarillo. Esto es porque el papa Juan Pablo hizo una visita en 1993 y para recibirle pintaron todo el pueblo con los colores del Vaticano. Es un pueblo relativamente pequeño, pero sus calles, siempre con algún carro de caballos pasando, son muy agradables para pasear. Otra curiosidad del pueblo: su edificio más famoso, el convento de San Antonio de Padua, tiene el segundo atrio más grande del mundo, ¡solo por detrás del de San Pedro en el Vaticano!
Después de dar una vuelta por el centro y ver el convento, fuimos a comer al mejor restaurante que hicimos en el viaje. Se llama Kinich, porque se encuentra al lado de las ruinas de una antigua pirámide maya llamada así. El restaurante consiste en una terraza enorme y muy bonita con techado de paja y, en el centro, hay una casita al estilo maya donde se encuentran ¡tres ancianitas haciendo las tortillas de maíz en directo! Me pareció curiosísimo. Mención especial al flan que, a pesar de parecer un flan de huevo de toda la vida, estaba espectacular.
Claro que todo lo que comimos pesó bastante cuando nos pusimos a subir la pirámide de la que os hablaba antes. Serían las 2 de la tarde, caía un sol de justicia y, como suele pasar, no había ni un centímetro de sombra. La subida fue dura pero mereció la pena. Esta pirámide no está restaurada ni muy bien cuidada, a veces se hace difícil subir los escalones, pero es gratuita y ofrece unas bonitas vistas del pueblo.
No tardamos en coger el coche para ir a Río Lagartos, nuestro próximo destino. Dejamos atrás las ciudades y el interior para volver de nuevo a los pueblos pesqueros y las playas. Río Lagartos tiene mucho encanto. Es pequeño, muy tranquilo, y pasear por sus calles pintadas de azul turquesa te llena de paz.
El hotel en el que estuvimos fue el mejor del viaje; lo habían reformado recientemente y lo habían decorado con coloridas pinturas, incluso dentro de las habitaciones.
Cuando salimos para buscar algo de cenar, vimos que los pocos restaurantes que había estaban ya cerrados y nos tocó comprar unos tacos en un puesto callejero, no sin algo de miedo porque las condiciones higiénicas no parecían las mejores... Pero oye, estuvieron bien ricos y ¡baratísimos! Cada taco salía por unos 10 pesos (50 céntimos), y estaban bien cargaditos.
Al día siguiente fuimos en busca de una excursión en barca. Fue fácil encontrarla porque preguntamos en recepción y conseguimos formar un grupo con otras personas del hotel (ojo: una mexicana, una belga, un francés, una española, un colombiano y un suizo) para ir con un guía que solía trabajar con el hotel. Como él, hay muchos antiguos pescadores que ofrecen recorridos en barca para pequeños grupos, de un par de horas de duración, para ver a los flamencos y a los cocodrilos y llegar hasta la laguna rosa. La reserva natural es preciosa y se ven muchísimos animales.
El señor nos iba hablando de todos los animales que veíamos. Fue increíble pasar tan cerca de ellos.
Al final del recorrido se va la laguna rosa, que es bonita, sí, pero no os fiéis de las fotos que circulan por internet con un rosa Barbie. El rosa se parece más al de la foto, que está al natural.
Desgraciadamente el recorrido acabó y tuvimos que despedirnos de los pajaritos y los cocodrilitos. Para comer, encontramos un restaurante muy paradisíaco, con el comedor en una terraza de madera en un primer piso abierto al mar. La comida estaba riquísima (me acuerdo aún del pulpo...) y además tenían unas fuentecitas para atraer a los colibríes, bastante fáciles de ver por la zona. Así que comías a la sombra, frente al mar, viendo pasando barcos, gaviotas y colibríes ante ti.
Con el estómago lleno y despidiéndonos con pena de este encantador pueblo, cogimos el coche para ir al paraíso en la tierra: Holbox. No se me ocurre mejor forma de terminar el viaje.
RESUMEN PRÁCTICO DE ESTA ETAPA
¿Qué visitamos?
¿Dónde dormimos?
¿Dónde comimos?
Otros datos prácticos
Como os anuncié en la anterior entrada, al salir de Uxmal, emprendimos el camino hacia el norte para volver a la costa, no sin antes pasar por el encantador pueblo de Izamal.
Como siempre, llegamos por la noche y nos instalamos en nuestra habitación. Este hotel fue de los más originales: se componía de muchas casitas bajas dispersas en un terreno ajardinado con piscina. Después de cotillear la zona, fuimos a buscar restaurante (cerraban antes que en otros sitios, al ser un pueblo más pequeño y algo menos turístico que los de la costa de Cancún) y encontramos uno en el parque Itzamná.
Mirad qué cuqui la piscina |
Al día siguiente vimos mejor algo que habíamos intuido al llegar: todos los edificios de Izamal están pintados de blanco y amarillo. Esto es porque el papa Juan Pablo hizo una visita en 1993 y para recibirle pintaron todo el pueblo con los colores del Vaticano. Es un pueblo relativamente pequeño, pero sus calles, siempre con algún carro de caballos pasando, son muy agradables para pasear. Otra curiosidad del pueblo: su edificio más famoso, el convento de San Antonio de Padua, tiene el segundo atrio más grande del mundo, ¡solo por detrás del de San Pedro en el Vaticano!
El atrio del convento, también pintado de amarillo y blanco |
Uno de los carros que paseaba continuamente por las calles |
Después de dar una vuelta por el centro y ver el convento, fuimos a comer al mejor restaurante que hicimos en el viaje. Se llama Kinich, porque se encuentra al lado de las ruinas de una antigua pirámide maya llamada así. El restaurante consiste en una terraza enorme y muy bonita con techado de paja y, en el centro, hay una casita al estilo maya donde se encuentran ¡tres ancianitas haciendo las tortillas de maíz en directo! Me pareció curiosísimo. Mención especial al flan que, a pesar de parecer un flan de huevo de toda la vida, estaba espectacular.
Cochinita pibil, un clásico de la cocina yucateca |
No tengo fotos de las ancianitas, pero esta maqueta representa perfectamente la casita de la que os hablo |
Claro que todo lo que comimos pesó bastante cuando nos pusimos a subir la pirámide de la que os hablaba antes. Serían las 2 de la tarde, caía un sol de justicia y, como suele pasar, no había ni un centímetro de sombra. La subida fue dura pero mereció la pena. Esta pirámide no está restaurada ni muy bien cuidada, a veces se hace difícil subir los escalones, pero es gratuita y ofrece unas bonitas vistas del pueblo.
En la cumbre de la pirámide Kinich |
No tardamos en coger el coche para ir a Río Lagartos, nuestro próximo destino. Dejamos atrás las ciudades y el interior para volver de nuevo a los pueblos pesqueros y las playas. Río Lagartos tiene mucho encanto. Es pequeño, muy tranquilo, y pasear por sus calles pintadas de azul turquesa te llena de paz.
¿Veis el color turquesa de la derecha? Pues estaba por todas partes |
El hotel en el que estuvimos fue el mejor del viaje; lo habían reformado recientemente y lo habían decorado con coloridas pinturas, incluso dentro de las habitaciones.
Probando la cama debajo del colibrí, un ave muy común en la zona |
Cuando salimos para buscar algo de cenar, vimos que los pocos restaurantes que había estaban ya cerrados y nos tocó comprar unos tacos en un puesto callejero, no sin algo de miedo porque las condiciones higiénicas no parecían las mejores... Pero oye, estuvieron bien ricos y ¡baratísimos! Cada taco salía por unos 10 pesos (50 céntimos), y estaban bien cargaditos.
Si vuelvo a México, comeré solo de puestecillos |
Al día siguiente fuimos en busca de una excursión en barca. Fue fácil encontrarla porque preguntamos en recepción y conseguimos formar un grupo con otras personas del hotel (ojo: una mexicana, una belga, un francés, una española, un colombiano y un suizo) para ir con un guía que solía trabajar con el hotel. Como él, hay muchos antiguos pescadores que ofrecen recorridos en barca para pequeños grupos, de un par de horas de duración, para ver a los flamencos y a los cocodrilos y llegar hasta la laguna rosa. La reserva natural es preciosa y se ven muchísimos animales.
Los flamencos, ¡vimos muchísimos! |
El señor nos iba hablando de todos los animales que veíamos. Fue increíble pasar tan cerca de ellos.
En teoría solo atacan las barcas cuando llevan pescado... |
De estos también había a montones |
Al final del recorrido se va la laguna rosa, que es bonita, sí, pero no os fiéis de las fotos que circulan por internet con un rosa Barbie. El rosa se parece más al de la foto, que está al natural.
La laguna rosa |
Desgraciadamente el recorrido acabó y tuvimos que despedirnos de los pajaritos y los cocodrilitos. Para comer, encontramos un restaurante muy paradisíaco, con el comedor en una terraza de madera en un primer piso abierto al mar. La comida estaba riquísima (me acuerdo aún del pulpo...) y además tenían unas fuentecitas para atraer a los colibríes, bastante fáciles de ver por la zona. Así que comías a la sombra, frente al mar, viendo pasando barcos, gaviotas y colibríes ante ti.
¡Es muy complicado pillarlos en una foto! No se están quietos |
Con el estómago lleno y despidiéndonos con pena de este encantador pueblo, cogimos el coche para ir al paraíso en la tierra: Holbox. No se me ocurre mejor forma de terminar el viaje.
RESUMEN PRÁCTICO DE ESTA ETAPA
¿Qué visitamos?
- Izamal (pirámide Kinich, convento)
- Río Lagartos y su reserva. Precio de la excursión por persona: unos 250-300 pesos (12-15 €)
¿Dónde dormimos?
- Hotel Green River en Izamal, unos 30 € la hab. doble
- Hotel Tabasco Río, en Río Lagartos. 40 € la hab. doble
¿Dónde comimos?
- Muul, Izamal. No recuerdo el precio, pero bastante económico.
- Kinich, Izamal. Unos 15 € por persona
- Tacos callejeros. 50 cént. el taco
- Ría Maya restaurante, Río Lagartos. Unos 12 € por persona
Otros datos prácticos
- Para la visita en barca: se paga por barca, no por persona, y las barcas suelen ser de 6. Preguntad en vuestro hotel o buscad directamente a gente en el puerto que quiera formar un grupo.
- Los restaurantes en Río Lagartos e Izamal cierran antes que en otros sitios, así que no os durmáis en los laureles para ir a cenar.
- En Río Lagartos creo que no hay cajero, hay que llevar suficiente efectivo.
- El combo restaurante + pirámide en Izamal está bien, pero haced primero la pirámide. Hacedme caso.
Me encantan las fotos (L) ! Y esos tacos... que ganas dans !
ResponderEliminarRío Lagartos fue de mis sitios favoritos. Seguro que los tacos tuvieron algo que ver :D
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