Comerse la vida


Tengo unas ganas de vivir que me muero.
Parece contradictorio, pero me muero. Me muero de frustración.
El mundo está en llamas y yo me lo estoy perdiendo.
La vida, la juventud se me escapa. ¿La estoy aprovechando lo suficiente?

El arrepentimiento y yo somos prácticamente desconocidos.
Pero he descubierto las cosas de las que me arrepiento: las que no hago por miedo.
Y como resultado, se van trocitos de vida.
¿Estoy haciendo todo lo que puedo?

Nunca me ha molestado que las cosas sean difíciles.
Pero a veces no hacemos lo que queremos hacer para que nadie sepa lo que queremos hacer.
Si querías más, ¿por qué no lo dijiste en el momento?
Basta de excusas cuando la verdad es que no te has esforzado lo suficiente.
Y ahora qué. ¿Ahora qué? Ya es imposible.

La buena noticia es que el miedo se va perdiendo y la vida es mucho más divertida.
La gente dice que necesita alcohol para bailar, pero es perder el miedo lo que más ayuda.
Ojalá hubiera vivido así siempre.
Con el equilibrio entre prepararse para darse la ostia y hacer a la vez lo posible por llevarse el premio.
Preparada para lo peor, esperando siempre lo mejor.
Permanentemente entre la esperanza y la decepción.
 
Esto es una montaña rusa.
Un fantasma que te hace sombra y que no te puedes quitar de encima durante la subida.
Y sonreír sintiéndose joven y alocada durante la bajada.
Cuando la vida es tan bonita que parece de verdad.

Pero yo no quiero esperar todo el año a las bajadas, a los viernes, a las vacaciones.
Voy a meterme en líos, jugar con fuego, incumplir las normas.
Porque hace un sol espléndido hoy, o porque las estrellas se ven más brillantes.
Cualquier excusa es buena para lanzarse.

Si ahora me preguntaran quién quiero ser de mayor, lo tendría claro: yo. 
Empiezo a sentir que tengo el poder.
Y que debería usarlo más.
No dejar de bailar nunca.


P. D.: Sí, La Bien Querida y Guitarricadelafuente están escondidos en el texto en mayor o menor medida :) Gracias a ellos por la inspiración.

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